Guadalajara saltó a la palestra de la repostería mundial hace unos días cuando una de sus vecinas, concretamente una de Pioz, recibía un prestigioso premio en Francia, esa vecina es nada más y nada menos que Fátima Gismero, una repostera de Pioz, formada en Madrid y Barcelona, pero sobre todo en el obrador que su abuelo y su padre regentaron en esta localidad, un lugar de trabajo que pone en valor la importancia de un buen postre, porque los postres no son solo el final de la comida, son la firma, el lazo de un gran momento vivido, el broche a un rato con amigos o familiares, un mal postre puede hacer caer hasta el más grande de los menús y uno bueno puede elevar la categoría.
Hablar de la repostería de Fátima es hablar de tradición y modernidad a partes iguales, una mezcla muy de moda pero que no siempre sale bien, en este caso y como buena repostera, ha sabido combinar muy bien los elementos y le ha añadido producto de proximidad para darle todavía más identidad, la de su pueblo, el lugar del que no se quiere ir, ni perder sus raíces.
Hemos hablado con Fátima, visitamos su lugar de trabajo y sobre todo disfrutamos de sus postres, cualquier cosa que les diga de ellos se va a quedar corta, mi consejo es que los prueben y los compartan con sus seres queridos igual que hace la propia Fátima que nos ha confesado que le encarta compartirlos, una cualidad que seguro que sus vecinos no quieren que pierda nunca.
¿Qué te llevó a ser pastelera? Y no me digas que pasaste aquí tu infancia, porque creo que la culpa la tienen unas torrijas.
Las de mi abuela, jajaja. Tú ya te lo sabes. Pues mira, la verdad que sí, porque a mí siempre me ha gustado mucho todo el tema este del dulce. Y a ver, mi abuelo panadero, mi padre panadero al final pasando por aquí y tal, pero yo las torrijas de mi abuela eran maravilla y entonces yo decía tengo que aprender, tengo que aprender. Mi madre me decía siempre ¿cómo puede ser posible que puedas comer, cenar, desayunar, merendar, torrija todo el día? Digo, Pues sí. Y esas fueron las culpables de que yo empezara a hacer mis pinitos toqueteando cositas de de pastelería. Pero sí que es cierto que empecé aquí a hacer pan con mi padre y tal y no sé qué, pero sí me gusta, pero no me no me mata. Entonces el dulce era como otra cosa. Y a partir de ahí pues la escuela de Madrid a estudiar Barcelona y bueno, pues a formarme en todo lo que yo podía considerar que me vendría bien.
Y ahora ya eres tercera generación. Tú lo has dicho. Escuela de Madrid, Escuela Barcelona. O sea, sales del nido, vuelas y vuelves a casa. ¿Cuándo vuelves a casa, después de toda esa formación, cuánto queda de aquella Fátima que jugaba por aquí con los carros del pan con su hermana?
Queda entera porque yo soy una persona muy divertida y sigo siendo la misma Fátima pequeña. Siempre cuando nos juntamos todos o algo mi madre me dice cuando no vienes se nota porque sigo siendo igual de trasto soy, me gusta chinchar. Y entonces esa parte de niña que sigue riéndose mucho y divirtiéndose mucho, la sigo manteniendo. O sea que me he vuelto como más responsable en otros aspectos, que no me queda más remedio y no nos queda más remedio. Pero en lo demás sigo teniendo como un porcentaje bien alto de ser todavía una niña.
Y estás triunfando en casa, estás triunfando. Además, desde casa has ganado infinidad de premios. Pero claro, uno siempre piensa en esos chefs que una vez que triunfan se van a las grandes ciudades. Vas a Barcelona, a Madrid, pero tú dices no, yo en mi pueblo, mi panadería y a trabajar y a funcionar. ¿Crees que esa puede ser parte de la clave de tu éxito? El decir, aquí me quedo porque es donde soy feliz.
Pues mira, yo creo que sí, pero es cierto que a mí estar en mi casa tantos años fuera, el volver a tu casa y el estar en tu casa, lo valoras muchísimo más. Siempre lo digo que lo valoras como un tupper de una madre que cuando has estado viviendo fuera no lo tenías. Pues a mí me pasa un poco igual aquí. Entonces yo de momento no pienso en irme y si en algún momento yo me fuera a algún sitio, el obrador lo mantendría aquí. Quiero decir, no me iría de Pioz nunca.
A mí estar en mi casa. Yo estoy aquí. Y todavía siento como que siguen estando mis abuelos. ¿Sabes? Entonces. No sé. El trabajo, el esfuerzo, todo. Todo lo de mis padres. No sé. Es que luego yo soy un poco así también blandita.
Un poco merengue. Claro. La pastelera tiene que ser merengue.
Sí, pero soy del Atlético de Madrid, así que merengue con fresas.
Fuiste pastelera Revelación en 2021 en Madrid Fusión. Ahora recibiste el premio ‘Gem Discover’ que concede ‘La Liste Pastry Awards’ y has sido reconocida como una de las joyas pastelera por tu propuesta que combina tradición y modernidad. De ti dijeron: «es una pastelería con alma, donde conviven la memoria y el producto de proximidad y la excelencia técnica». ¿Qué sentiste cuando te dicen todo esto?
Pero si esto lo dices tú y me dan ganas de llorar. Pues imagínate que te lo diga alguien te va a dar un premio.
Todavía ni me lo creo. Como vivo en la vorágine de cada día, no te da tiempo casi ni a asimilarlo ni a disfrutarlo de la manera que deberíamos de disfrutar cuando cuando nos pasa una cosa de esas a todo el mundo. Pero no sé, es como que dices dios, que responsabilidad tan grande. Es como ¿de verdad me merezco esto?. Y al final si que es cierto que este premio es como más guay, porque es como un premio para todos. Entonces no es un premio solo para Fátima, todo lo que engloba, para mí es un premio a la tradición, pero la tradición que viene de mi familia, al trabajo de ellos, que si ellos no hubieran puesto esto, pues probablemente yo no estaría aquí. El trabajo del equipo, el trabajo de mis amigos, que cuando necesito cualquier cosa vuelan. Mi familia, mi sobrina, mi hermana. Es como un premio. Tan guay que sea para todos y para compartir. Yo soy muy compartidora, entonces me encanta compartir. Siempre que voy a algún sitio siempre llevo dulces o no, o a lo mejor quedo contigo y te traigo una rosquilla porque me gusta, me gusta compartir y este premio es un premio muy compartido. Entonces es como mucha, mucha ilusión.
Y además, dentro de estos premios el 60% de los premiados eran mujeres. ¿Está habiendo un cambio de ciclo?
Sí. Creo que las mujeres están diciendo «me voy a animar, voy a poner un negocio». Siempre hemos estado y siempre han estado. Yo ya llevo muchos años y tengo muchas amigas pasteleras, una de ellas es directora de la Escuela de Barcelona de pastelería. Entonces dices madre mía que es un puestazo y la tía es una pastelera maravillosa, pero para que una mujer llegue a ser directora de una escuela de pastelería, pues probablemente no lo voy a decir muy alto porque a lo mejor no es cierto, pero a lo mejor hay tres, por no decir que es la primera, porque seguramente haya directoras en escuelas de pastelería. Pero así, de este grado y de este nivel, ella para mí creo que es la primera. Y también en las escuelas hay muchas más chicas. Para mí ir a una escuela de pastelería y ver que hay muchas más chicas que cuando yo iba está bien, porque está bien que que sepamos que podemos hacer lo que queramos.
Y que nadie te tiene que poner un problema. Y todavía nosotras nos los ponemos. Yo tengo suerte, si mi padre hubiera sido machista iba a estar apañado porque mi madre, mi hermana y yo pues tres guerreras. Entonces él siempre me acompaña a los sitios y nunca nos ha puesto freno.
La cocina tiene una cosa que está muy bien, que es que a través de los sabores y de los olores eres capaz de viajar a los recuerdos, a recuerdos tuyos. Entonces yo imagino que si tú hueles a pan recién hecho, pues tú te irás de excursión con el cole cuando tu padre te lo traía para hacerte el bocata. ¿Pero no sé si hay algún otro postre que el olor o el sabor te lleve a algún sitio?
Pues mira. Ahora me voy a Sevilla. Y yo cuando llego a Sevilla me huele a azahar y me recuerda a mi casa, a los roscones cuando nos juntamos toda la familia. A mí mi época favorita es la de Navidad, aunque acabe moribunda, pero es mi época favorita, aunque no tenga tiempo ni de ir a ver las luces ni de ir a ver nada, pero me encanta. Y el agua de azahar me recuerda mucho a mi casa, a todo lo que sé desde chiquitita que soy consciente de hace. Y como es un dulce muy especial aquí en casa también el roscón pues es como muy guay.
Y luego es que yo tengo como un olfato y el gusto así como muy desarrollado. Entonces yo te doy un beso y digo ¡uy!, hueles a esto, esto y lo otro. ¿Sabes lo que te digo? Yo relaciono los olores con las personas. Pues igualmente me pasa también con la comida que dicen que los únicos mamíferos que se acuerdan de los olores y los sabores son los perros, pero yo debo ser un poco perro porque te juro que a mí no se me olvida. Me encanta olerlo todo, yo antes de comerme nada, lo huelo. O si voy por cualquier sitio, voy oliendo todo.
Y algún postre fácil para las personas que tengan dos manos izquierdas en la cocina y que no sepan hacer nada
Que compren un croissant, aunque sea chiquitito, que lo abran por la mitad, lo hagan a la plancha y luego hagan unas natillas. Que unas natillas es la cosa más fácil del mundo. Pues ese croissant a la plancha le ponen por encima las natillas y tienen un postre maravilloso y pueden comprar un heladito y ponerle un heladito. Ahora que ya estamos en verano y ya tienen un postre estupendo, pero un croissant, por favor, de pastelería.
Y la última ya creo que más o menos nos la has respondido, pero en una reunión de amigos llevas el postre o te libras.
Llevo yo llevo, llevo. Además cuentan con ello y yo es donde vaya, llevo. Lo que estamos haciendo ahora que estamos haciendo todas las cosas nuevas de la lavanda, pues quiero que lo pruebe la gentez para ver qué reacciones tiene la gente, si les gusta, si no les gusta. Ahora he estado dando a probar cositas, a ver si les gusta o no, y entonces yo termino el día, me cojo unos cuantos en una bolsita y voy repartiendo a la gente que voy viendo en el día. Entonces sí, soy de las que llevo el postre y bueno, si no llevo el postre es porque no he podido o vengo directamente de fuera o lo que sea, pero me duele la tripa si no llevo el postre.
Es tu firma
Si, total.
