El 15 de octubre se ha declarado el Día Internacional de la Mujer Rural, una jornada en la que se busca dar visibilidad a la gran labor que llevan a cabo millones de mujeres en un entorno en el que, por tradición, ha predominado la presencia y el pensamiento masculino.
Desde La Clave de Guadalajara hemos querido conocer la historia de una de estas mujeres, que vive por y para el campo, que además es madre y emprendedora y que a diario trata con muchas reinas, no de esas de vestidos caros y palacios, sino de las que nos ponen la miel en los labios.
Raquel Adalid es apicultora en Guadalajara, tierra que puede enorgullecerse de tener un tesoro que pocas tienen, la Miel de la Alcarria, una de las mejores del mundo según los expertos, la mejor según quien les escribe estas palabras. Raquel dejó Madrid por la hostelería en un pueblo de Guadalajara y el estrés le llevó a conocer al ganado más pequeño y bravo que hay en el campo, las abejas.
Hemos podido entrevistarla para conocer su historia, pero si quieren saber como son sus jornadas en el campo no tienen más que buscar a @adalidapicola en Instagram.
¿Cómo es que decidiste apostar por el medio rural como forma de vida?
Pues es muy sencillo, el causante fue la crisis económica que se produjo por el ‘Boom Inmobiliario’. El año en el que me licenciaba o justo el año antes, se cae la economía del país y el mercado laboral para una licenciada en Publicidad y Relaciones Públicas estaba en un mal momento, una situación crítica en la que ofrecían bajos sueldos o directamente ser becario.
Me ofrecieron un proyecto de hostelería en el medio rural y ahí es donde empieza toda esta conexión con este mundo.
¿Y cómo pasaste del sector terciario al primario?
El proyecto de hostelería iba muy bien, pero me generaba mucho estrés y ansiedad. Comenzamos a conectar con las colmenas a nivel terapéutico, empezamos a interesarnos por este mundo, pusimos nuestras primeras colmenas, sin ningún tipo de expectativa.
En este momento nos llega otra crisis, en este caso la del COVID-19, que tanto daño hizo a la hostelería y además también coincide con el nacimiento de mi hija y fue en este punto cuando decido meterme de lleno en el sector primario con las abejas, lo que me ha traído muchas alegrías pero también mucho esfuerzo, porque este mundo es muy sacrificado.
¿Tenías algún tipo de conocimiento previo o has ido aprendiendo sobre la marcha?
Nada en absoluto, partía de cero totalmente. La apicultura ha cambiado mucho en los últimos 30 años, cosas que se hacían antes ahora ya no valen, el entorno también ha cambiado. En este sentido nos vino muy bien toda la información que hay disponible en Internet, además de esto hacíamos trashumancia desde el principio moviendo nuestras colmenas de sitio para buscar varias primaveras cada temporada y así poder trabajar mucho la colmena que es donde realmente se aprende la apicultura.
¿Cuál crees que es el sexo que predomina en este sector?
Bueno en el sector primario en general quien ocupa la figura principal sigue siendo el hombre, es cierto que las mujeres cada vez están más presentes y van subiendo puestos pero normalmente tienen un papel más secundario, se encargan de extraer miel, envasar y comercializar, trabajos que no están tan relacionados con el manejo de la colmena. Esto tiene que cambiar porque las mujeres tenemos gran capacidad de observación lo que hace que hagamos un gran trabajo en todo lo que está relacionado con manejos y demás.
¿Te has encontrado con algún obstáculo por ser mujer?
Si te soy sincera yo no me he encontrado con demasiados problemas más allá de que siempre se te pueda considerar la ‘ayudante de’. Pero sí que sé de compañeras que han tenido problemas con los apicultores de su región solamente por el hecho de ser mujeres.
Afortunadamente esto está cambiando a día de hoy y las mujeres cada vez más están desempeñando papeles principales sin ser tan cuestionadas.
¿Crees que es compatible ser mujer-madre y además emprender en el sector primario?
Me alegro de que me hagas esta pregunta porque es muy difícil. No es imposible, pero es cierto que juntar estos tres aspectos es muy complicado. Cuando alguien monta una empresa, al final ese proyecto es como un hijo, de hecho es como un hijo muy exigente, hay que invertir mucho tiempo, recursos y energía, tienes que estar ahí siempre. Compaginar el cuidado de ambos proyectos, el laboral con tu empresa y el familiar con un hijo, es siempre muy difícil.
¿Qué consejo te hubiese gustado escuchar cuando empezaste en este mundo?
Pues que si lo decides hacer lo tienes que hacer con pasión y sobre todo tener también mucha paciencia. Creo que ahí está la clave para este sector, las cosas en el campo van más despacio de lo que ahora mismo nos gusta a esta sociedad, por eso hay que entrenar mucho este aspecto de saber esperar y dar el tiempo que sea necesario para que las cosas salgan bien.
Si te ofreciesen cambiar el campo por un trabajo de oficina ¿Qué dirías?
Jamás, jamás, jamás (ríe). Mi trabajo tiene momentos bonitos y no tan bonitos, alguna vez me he planteado lo típico de «si me tocase la lotería» o si me viese obligada a cambiar mi manera de vivir y siempre pienso lo mismo, sea como sea las abejas cerca. Es un mundo que te atrapa, que te pica y te engancha para siempre.